martes, 21 de julio de 2015

EN EL CORAZÓN DE LA NOCHE, DE ELENA MARTÍN VIVALDI, EDICIÓN EJEMPLAR

Hoy traemos a las páginas de nuestro blog otro título que consideramos modelo de ejemplaridad editorial, y del que nosotros, Atticus ediciones, tenemos el privilegio de formar parte en su montaje, maquetación y diseño. Título que decíamos, nos honra especialmente participar en su publicación ya que se trata nada menos que de la poeta granadina Elena Martín Vivaldi, y que bajo título, En el corazón de la noche, vería la luz hace ahora dos años.
Es una antología temática dedicada a la noche que, con motivo de la primera edición de La noche en blanco de Granada, en el año 2013, vio la luz en la editorial Entorno Gráfico Ediciones, con una preciosa portada de Mª Teresa Martín Vivaldi, y con un prólogo introductorio del antólogo de los poemas, el poeta Francisco Acuyo.
Reproducimos aquí portada, un fragmento de la introducción y algunos de los magníficos poemas que conforman esta espléndida antología poética.





EN EL CORAZÓN DE LA NOCHE, 
DE ELENA MARTÍN VIVALDI







ELENA MARTÍN VIVALDI:
EN EL CORAZÓN DE LA NOCHE,
ITINERARIO POR LA NOCHE
MARTINVIVALDIANA




Fragmento de la introducción

[…] Si a la noche pudiésemos darle alguna forma, disposición, figura con la que adecuar (para algunos) el lugar de sus semejanzas, y aun siendo todavía en su relación imaginada objeto muy abstracto, aparecería casi siempre como aquel insólito reducto del alma, gentil albergue que al espíritu acoge incierto y a la vez bizarro y, más aún, si lo miramos bien proporcionado a la luz objetiva de los múltiples y raros y muy diversos asterismos. O, si acaso quisiésemos cotejarla desde lo más acendrado de nuestra tradición literaria y poética con el fin de encontrar hallazgos de significación comunes (pensemos, según el caso, en las Noches lúgubres, del gran Cadalso, o en vena bien distinta, la sublime Noche oscura de San Juan de la Cruz), es muy posible aun de consuno localizar elementos usuales, de frecuente recurrencia o de ordinario recibo en su dedicación, uso y usufructo, así como en su sentido, valor y significado. No
obstante, serán también muy numerosos los componentes, fundamentos y principios que los distinguirían con evidencia indiscutible. Es el caso, también contradictorio, de este breve y muy decantado prolegómeno y estudio en relación a todos y cada uno de los elementos que pudieran poblarla poesía nocturna de nuestra entrañable y muy añorada poeta Elena Martín Vivaldi.[…]



Francisco Acuyo






SOLEDAD VENCIDA


Y está la noche ahí, variando fuera.


J. Guillén


Y está la noche ahí. Alta la siento.
Escucho su armonía, mientras nombra
mi voz a las estrellas. Ni me asombra:
si fue casi un suspiro, yo lo invento.

Desde esta soledad marchar presiento
la luna desvelada, por su alfombra
de nubes va serena. Luz en sombra,
penumbras descorridas por el viento.

Olvidada de amor se me figura
que luna, noche, nubes, sombra, coro
de fervientes estrellas a mí ascienden.

Plegarias de sus voces, a la altura
de mi honda oscuridad dan su tesoro,
y de mis soledades me defienden. 





CON MI DOLOR A SOLAS


No es el amor quien muere
Somos nosotros mismos...
L. Cernuda



Porque no puedo decir nada.
Porque hace tiempo que acabó la hora
aquella, donde la luna fue el espejo,
aquella la manera de mi vida,
aquellas las preguntas de mi noche,
aquellos los caminos del ensueño,
—sombras de realidades, largo eclipse—
aquellos los deseos de mi sangre.

Porque nada es verdad
—siendo tan cierto—
sino ese tiempo desbocado, acérrimo
enemigo. Implacable. Acechando.
Robador de minutos,
abriendo y, ay, cerrando, cuantas puertas
llevaban a lo oscuro,
cuantas puertas
daban al viento, al aire que traía
semillas de esperanza, largamente esparcidas,
sin que la mano, inútil, lograra rescatarlas.
Ese tiempo que, estando, mueve y barre, dispersa
hojas desnudas, sangre del otoño.
Tiempo que, espada, deja larga herida
sobre lunas y nubes, que otro día, sí, existieran.
Porque no puedo decir nada.
Digo esta noche
mi dolor a solas.



DESENGAÑOS DE AMOR FINGIDO
(1984)


A Antonio Gallego Morell


V

A Emilio de Santiago

...teme, vuelve a la tierra que es tu asiento.
P. Soto de Rojas


Soñé que era verdad lo que, mentira,
un espejismo me mostraba, incierto.
Soñé de aquel jardín, gris muro abierto,
entrada al paraíso. No delira

la mente al recordar, porque respira
dentro de un sueño. Luz, que no desierto,
iluminando el cielo. En su concierto
un mundo de ilusión renace y gira.

Entre la vaguedad de lo soñado
imaginaba ya de amor ventura,
goce imposible, al despertar negado.

Pero el sueño tornaba su desvío,
lo que por siempre fuera noche oscura,
en alba florecida de rocío. 





LA LUNA CONFIADA


Y la luna me mira.
                       Y mira,
qué sonriente, ella, está,
la luna, sí, esta noche.

Algo alegre le corre por su sangre,
desangrada de amor,
blanca,
le corre una ilusión. No sé.
Su luz es risa,
la sonrisa, y lenta
va cruzando, rebasa ya el tejado,
va a otro cielo.
Y mira desenvuelta, alegre, irónica,
humorista la luna, sí, esta noche.

Mejor es no decirle la verdad.
Dejar que no adivine
lo falso de ella misma en mi reflejo.




DISTINTA NOCHE


A Carlos Villarreal en el recuerdo.


Después de tanto tiempo,
he llorado esta noche.

Como eriales, mis ojos desdecían la vida,
desterrados del goce,
resecos de la pena y del dolor:
sin alma.
Y hoy, renacidos, húmedos,
fueron lluvia a la sed ávida de mi verso,
su aridez aliviando, en su aliento crecidos.


No imagino el motivo, la causa de este único
dolorido sentir,
de este llorar sin lagrimas,
de esta tristeza íntima
—amarga su raíz—
que se enreda en mis sienes,
ni el por qué escucho, nuevo,
un florecer del vivido sentido de mi angustia.
Acaso, fue el sonido lejano de aquel verso
adentrando en la noche su claridad de asombro,
o la fría indiferencia, materia del olvido,
de lo que fuera un día principio de mis sueños.

Envuelta en mi dolor estaba tu partida,
la irrazonable marcha
súbita del amigo.
Y unido a este desgarro —la herida inexplicable—,
van otras voces, ecos, antiguos gestos, nombres:
huecos en el silencio de los mundos astrales.

Después de tanto tiempo,
he llorado esta noche.

La garganta enmudece, negándose al gemido,
y de toda la tierra asciende la pregunta
de un imposible acento
que desvele la noche.





LUNA LLENA




A Antonio Muñoz Molina

¡Oh más dura que el mármol a mis quejas...
G. de la Vega


Cómo marchas, tú, reina, indiferente,
sin atender ni oírme en mi desvelo.
Para ti sola quieres todo el cielo,
ignorando mi angustia. De tu oriente

llegas hasta mi ocaso. Inútilmente
mi corazón a ti tiende su vuelo
para alcanzar tu llama, ardiente hielo,
flecha para lo opaco de mi frente.

Ay, luna, que no sientes la mirada,
desde mi soledad, sobre tu espejo,
ni vibra ya en tu carne la llamada

dudosa de mi voz, tan cierta un día.
¿No hay de mi desaliento algún reflejo
que estremezca, impasible, tu luz fría?






Elena Martín Vivaldi, de, En  el corazón de la noche, 2013






Separador diseñado para la ocasión





jueves, 9 de julio de 2015

NOCHE, BOSQUE SONORO DE ESTRELLAS, ANTOLOGÍA DE POEMAS DE FEDERICO GARCÍA LORCA, EDICIONES EJEMPLARES

En esta ocasión traemos a la sección de Ediciones ejemplares el título, Noche bosque sonoro de estrellas, que porta una selección de poemas de Federico García Lorca sobre la noche. Dicha antología temática (acaso nunca antes llevada a cabo íntegramente sobre el tema de la noche) está prologada y seleccionada por el poeta Francisco Acuyo, aprovechando la ocasión de La Noche en Blanco de Granada del año 2014, que se dedicó al genial poeta de Fuente Vaqueros.El precioso motivo de portada fue creado para la edición por la pintora Mª Teresa Martín Vivaldi. El diseño, montaje y maquetación es de Atticus ediciones, dando lugar a una publicación que merece ser considerada como edición ejemplar. Dicha publicación vio la luz en elegante edición en papel a través de la editorial Entorno Gráfico ediciones. Reproducimos aquí algunos de los bellísimos poemas seleccionados y una fragmento del prólogo que introduce los poemas.






NOCHE, BOSQUE SONORO DE ESTRELLAS, 
ANTOLOGÍA DE POEMAS DE FEDERICO GARCÍA LORCA









[...] La tarea de establecer una relación exhaustiva de todos y cada uno de los elementos nocturnos en la obra poética de Federico García Lorca, sería labor tan ímproba como estéril, sobre todo si no la ponemos bajo los antecedentes de los criterios anteriormente expuestos sobre el símbolo y la simbología de la noche, amén de que los criterios de interpretación pueden (y deben) ser tan numerosos como exija el recurso a dicha simbología y, desde luego, bajo la razón y prueba de su recurrencia. Siguiendo la selección de poemas aquí recogidos tendrá el lector ocasión de contactar con la mayor parte de dicha simbología, tanto para comprobar su especial trascendencia en la comprensión de la obra de Lorca, como para la mejor delectación de sus hermosísimos versos. En este sentido ésta no es solo una antología temática, también una particular plataforma o, mejor, una óptica que ofrece una perspectiva, si no precisa, sí muy aproximada sobre elementos fundamentales de la obra del poeta de Fuente Vaqueros, teniendo en cuenta que no por casualidad, buena parte de ellos se encuentran en el ámbito de la simbología nocturna. Podremos constatar que la noche fabricadora de embelecoses, o puede ser, hontanar cristalino y luminoso donde poetas como San Juan de la Cruz, Novalis, Leopardi o escritores como Cadalso o Edwar Young,y por supuesto Federico García Lorca, bebieron de las aguas más propicias del símbolo creativo por excelencia: la noche.[...] 



                                                                                      Francisco Acuyo






VELETA



Viento del Sur,
moreno, ardiente,
llegas sobre mi carne,
trayéndome semilla
de brillantes
miradas, empapado
de azahares.
Pones roja la luna
y sollozantes
los álamos cautivos, pero vienes
¡demasiado tarde!
¡Ya he enrollado la noche de mi cuento
en el estante!
Sin ningún viento,
¡hazme caso!,
gira, corazón;
gira, corazón.
Aire del Norte,
¡oso blanco del viento!
Llegas sobre mi carne
tembloroso de auroras
boreales,
con tu capa de espectros
capitanes,
y riyéndote a gritos
del Dante.
¡Oh pulidor de estrellas!
Pero vienes
demasiado tarde.
Mi almario está musgoso
y he perdido la llave.
Sin ningún viento,
¡hazme caso!,
gira, corazón;
gira, corazón.
Brisas, gnomos y vientos
de ninguna parte.
Mosquitos de la rosa
de pétalos pirámides.
Alisios destetados
entre los rudos árboles,
flautas en la tormenta,
¡dejadme!
Tiene recias cadenas
mi recuerdo,
y está cautiva el ave
que dibuja con trinos
la tarde.
Las cosas que se van no vuelven nunca,
todo el mundo lo sabe,
y entre el claro gentío de los vientos
es inútil quejarse.
¿Verdad, chopo, maestro de la brisa?
¡Es inútil quejarse!
Sin ningún viento.
¡hazme caso!
gira, corazón;
gira, corazón.



BALADA DE LA PLACETA

1919



El corazón,
que tenía en la escuela
donde estuvo pintada
la cartilla primera,
¿Está en ti,
noche negra?
(Frío, frío,
Como el agua
del río.)
El primer beso
que supo a beso y fue
para mis labios niños
como la lluvia fresca,
¿Está en ti,
noche negra?
(Frío, frío
como el agua
del río.)
Mi primer verso.
La niña de las trenzas
que miraba de frente
¿Está en ti,
noche negra?
(Frío, frío,
como el agua
del río.)

Pero mi corazón
roído de culebras,
el que estuvo colgado
del árbol de la ciencia,
¿Está en ti,
noche negra?
(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)
Mi amor errante,
castillo sin firmeza,
de sombras enmohecidas,
¿Está en ti,
noche negra?
(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)
¡Oh, gran dolor!
Admites en tu cueva
nada más que la sombra.
¿Es cierto,
noche negra?
(Caliente, caliente,
como el agua
de la fuente.)
¡Oh, corazón perdido!
¡Réquiem aeternam!





AIRE NOCTURNO

1919

Tengo mucho miedo
de las hojas muertas,
miedo de los prados
llenos de rocío.
Yo voy a dormirme;
si no me despiertas,
dejaré a tu lado
mi corazón frío.
¿Qué es eso que suena
muy lejos?
Amor. El viento en las vidrieras,
¡amor mío!

Te puse collares
con gemas de aurora.
¿Por qué me abandonas
en este camino?
Si te vas muy lejos,
mi pájaro llora
y la verde viña
no dará su vino.
¿Qué es eso que suena
muy lejos?
Amor. El viento en las vidrieras,
¡amor mío!

Tú no sabrás nunca,
esfinge de nieve,
lo mucho que yo
te hubiera querido
esas madrugadas
cuando tanto llueve
y en la rama seca
se deshace el nido.
¿Qué es eso que suena
muy lejos?
Amor. El viento en las vidrieras,
¡amor mío!




CANCIÓN DEL JINETE




Córdoba.
Lejana y sola.
Jaca negra, luna grande,
y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.
Por el llano, por el viento,
jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
desde las torres de Córdoba.
¡Ay qué camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay, que la muerte me espera,
antes de llegar a Córdoba!
Córdoba.
Lejana y sola.



ROMANCE DE LA LUNA, LUNA

a Conchita García Lorca




La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
¡Cómo canta la zumaya,
ay cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.







GACELA DEL RECUERDO DE AMOR




No te lleves tu recuerdo.
Déjalo solo en mi pecho.

Temblor de blanco cerezo
en el martirio de enero.

Me separa de los muertos
un muro de malos sueños.

Doy pena de lirio fresco
para un corazón de yeso.

Toda la noche en el huerto
mis ojos, como dos perros.

Toda la noche, corriendo
los membrillos de veneno.

Algunas veces el viento
es un tulipán de miedo.

Es un tulipán enfermo,
la madrugada de invierno.

Un muro de malos sueños
me separa de los muertos.

La niebla cubre en silencio
el valle gris de tu cuerpo.

Por el arco del encuentro
la cicuta está creciendo.

Pero deja tu recuerdo,
déjalo solo en mi pecho.




                                  Federico García Lorca